Nada más aburridor que una sala de espera. Nada más amañador que una sala de espera con un divertido capitulo de Rayuela y un ingrediente secreto como acompañantes.
No sé si fue el Medellinense clima de esta tarde, o el hecho de haber comido postre en el almuerzo y salir temprano del trabajo, o tal vez la maravillosa sonrisa de la niña que me atendió en Información de la oficina de inmigración, o todos juntos.
El hecho es que el capitulo 23 de Rayuela venia siendo como algún otro (algún otro de Rayuela, quiero decir), pero despues de una segunda sonrisa que me regaló la niña de Información al entregarle un papelito donde le admiraba la primera, el capitulo 23 se volvió particularmente cómico.
Mal hago quitandole méritos a Cortázar y no incluirlo en las razones de mi goce. Pues fue justo despues del feliz incidente del papelito en la oficina de inmigración que comenzó el particular concierto de madame Trépat en el que Oliveira resultó metido y cuya narración fue la promotora de mis contenidas risas. Risas que se hacian más incontenibles por la tonta pena de quebrar con una inesperada carcajada el aburrido ambiente de las salas de espera.
Pensandolo bien y mirandolo todo con detenimiento, creo que me divertí tanto esta tarde gracias a una perfecta mezcla de dos cucharadas (de las grandes) de sonrisa femenina y una cucharadita de papelito tonto mezcladas con medio litro de Rayuela en un vaso grande de buen clima.
Como la mezcla resultó tan sabrosa, me animé a darle a la linda niña de Información una segunda cucharadita de papelito tonto, con lo que me terminé ganando una tercera cucharada de sonrisa :)
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