Normalmente paro de leer en el tranvía por tres razones; para quedarme dormido con el libro en la mano (o sobre la cara, dependiendo de la comodidad que lleve), para ver el Danubio cada vez que lo cruzo y para bajarme en mi parada. Hoy sin embargo solo paré por una de ellas, el imperdible espectaculo de cruzar el río. Cuando terminé el cuento que leía me dí cuenta que aparte de tener una sonrisa de tonto me había pasado mi parada como por cinco o seis estaciones.
Y todo por saber como terminan Las Puertas Del Cielo.
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